martes, 3 de mayo de 2011

Don Miguel Roldán

Miguel Roldán

Recuerdo que la primera vez que hablé con Miguel, fue un día que viniendo del instituto de bachillerato Fernando de Herrera de Sevilla, hice auto-stop en los 48 y nuestro amigo Miguel me reconoció y me trajo en su automóvil hasta Los Palacios, eso si, antes paramos en Dos Hermanas y me invitó a un refresco en la Peña Sevillista, ya que tuvo que hacer una gestión en esa localidad por asuntos de negocios.
Con anterioridad yo ya conocía a Miguel, pues era cliente habitual del Bar España y lo visitaba asiduamente con clientes del Banco de Andalucía, donde desempeñaba el puesto de interventor.
Desde mi juventud, siempre le vi como una persona culta, educada y de exquisito gusto en cuanto a su indumentaria. Por aquellos años sus amistades habituales eran Lorenzo Tapia, Antonio García Gómez, “Romerito”, Paco Cabrera, José María Franco y Diego “El Ciclón” y por su residencia, trabajo y amistades, era muy frecuente su presencia en los bares y casinos del pueblo.
Ya de adulto, el reencuentro con Miguel surge con motivo de la creación en 1983 de la revista “El Soberao”, donde entro a formar parte del consejo de redacción y Miguel es un colaborador habitual de la revista, llegando con posterioridad a formar parte también del consejo de redacción. Ese será el comienzo y el inicio de una amistad que dura ya casi 28 años.
Desde el número cero de la revista, comprobé que Miguel era una persona vivaz e inteligente, con muy buenas dotes creativas y una muy magnífica memoria que le hacía recordar anécdotas de personajes populares y los más variopintos sucesos acaecidos en la villa. Hemos de mencionar que su vinculación con la pluma provenía de su juventud, ya que durante muchos años fue corresponsal del periódico ABC de Sevilla.
En una de sus colaboraciones con dicho periódico citó el estreno de la obra de teatro “Trópico de Eutropio o perdidos en Los Palacios” que representamos en la biblioteca municipal un grupo de jóvenes palaciegos con el nombre de Furraque B.M. El grupo lo formábamos Juan Manuel Núñez, Alberto Cabello, Soledad López, Manolo Visglerio, María Ángeles Duque, Rosario Domínguez, mi actual esposa, y un servidor.
Ya como colaborador de “El Soberao”, uno de sus primeros trabajos fue un relato titulado “Sangre”. Su lectura mi impactó enormemente, pues reflejaba de manera muy realista el intento de robo por un delincuente, en un local comercial ubicado en la Plaza de España, que resultó fallido por los sangrantes cortes que sufrió el infractor. En dicho relato ya se atisbaba el estilo y se apuntaban las maneras exquisitas y delicadas de su especialísima prosa.
Fueron muchas las colaboraciones y relatos que nuestro querido Miguel aportó al acerbo de la revista, y en todas y cada una de ellas, era relativamente fácil descubrir su prosa realista y llena de recursos estilísticos, así como el magnífico dominio del vocabulario en unos textos donde primaban los aspectos descriptivos.
Continuando con mi experiencia personal en relación a la amistad que me une a nuestro homenajeado, me gustaría hacer público mi agradecimiento por las horas que de forma desinteresada dedicó a nuestra revista “El Soberao” y que creo ha sido correspondido, al menos moralmente, con el mejor regalo que se le puede hacer una persona. Me refiero naturalmente al nacimiento en el año 95 de su obra literaria “Relatos Palaciegos”. Si bien este su vástago, aun no ha cumplido los 18 años, la madurez y el éxito alcanzado en sus tres ediciones y los dos mil ejemplares publicados demuestran con solvencia su mayoría de edad.
Y permíteme amigo Miguel que abuse de tu confianza haciéndome partícipe en la ayuda de ese alumbramiento, pues de mi responsabilidad como presidente del Ateneo de Los Palacios surgieron las dos primeras ediciones.
Han sido casi veinte años de amistad y estrecha colaboración en las múltiples actividades culturales en las que hemos participado. Algunas de enorme éxito, otras de escasa asistencia, pero todas hechas con la ilusión de unos palaciegos amantes de su pueblo y de sus gentes.
Recuerdo con especial cariño nuestra asistencia, junto a Manuel de Fora, al Encuentro de Ateneos Españoles e Hispanoamericanos, en la sede del Ateneo de Madrid. Con un salón de plenos a rebosar y presidido por su majestad el rey don Juan Carlos, te faltó un poco de atrevimiento para acercarte al rey y comentarle que habías tenido el honor de haberte fotografiado con su madre María de las Mercedes una noche de fiesta en la finca San Juan del Hornillo, propiedad del fallecido conde de Odiel.
¡Que experiencia más gratificante! ¡Cuantos ateneístas! Fueron unos días espléndidos y conocimos y contactamos con la flor y nata de la cultura española e hispanoamericana.
¿Recuerdas la visita a la casa de América? Inocencio Arias nos recibió con los brazos abiertos y tuvo el detalle de regalarnos una selección de libros de temas hispanoamericanos que incorporamos a la biblioteca del ateneo. Deseo y espero que hoy día esos libros estén en la biblioteca municipal, pues esa fue nuestra petición cuando entregamos los fondos documentales del ateneo al archivo municipal.
Como anécdota simpática me gustaría relatar que el día que visitamos la Casa de América, se retrasó la recepción y al final de la misma los visitantes pasamos a unos salones donde se nos ofrecieron unas copas y unas viandas. Dada la hora, aproximadamente las tres de la tarde y el estado en que se encontraban nuestros estómagos, aquello para nosotros fue verdadero maná caído del cielo. Entre la charla, las copas y los canapés, ninguno de los invitados teníamos prisa por ausentarnos, por lo que los empleados de la digna casa, comenzaron a apagarnos las luces con el fin de que abandonáramos las instalaciones. Nosotros inocentemente creíamos que era un problema eléctrico, hasta que uno de los empleados ni corto ni perezoso se nos acercó y con la diplomacia que caracteriza a los funcionarios de estas instituciones vino a decirnos que el continuado corte de luces no era sino la argucia política y diplomática para avisarnos de que abandonáramos los nobles salones.
Productiva fue también nuestra presencia en el Encuentro de Ateneos de la ciudad de Albacete, en el que también acudimos junto a nuestro buen amigo Manuel de Fora. Allí contactamos con los representantes de los mejores ateneos de España y gracias a nuestros contactos durante muchos años recibimos revistas y publicaciones de sus instituciones con las que nosotros a su vez compartimos enviándoles nuestra revista “El Soberao” y los libros que publicábamos.
Miguel, he compartido contigo la experiencia de organizar conciertos de órganos en la parroquia, conciertos de música clásica en casi todas las capillas locales, encuentros de corales, representaciones teatrales, conciertos de flamenco, entregas de racimos de uvas de oro, certámenes de poesía Searus, exposiciones de pintura y cerámica, etcétera, etcétera, hemos visitado a poetas, y artistas, hemos publicado revistas y libros, hemos vivido tertulias, y en todos y cada uno de los casos, he encontrado en tu persona al amigo y compañero fiel. Siempre dispuesto a colaborar y participar, independientemente de si era o no de tu agrado, porque en tu personalidad y carácter siempre nos has demostrado que prima la amistad y el cariño por tus amigos.
Gracias por haberte cruzado en mi camino, porque de tus enseñanzas he sabido y sabré siempre sacar provecho.


Francisco Caballero Galván-Martín
30 abril 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario